domingo, 20 de marzo de 2011

Sobre la Cocina Cruda.



Cuando decidimos comer un alimento crudo, lo podemos hacer de la forma más simple: por ejemplo, tomando una fruta del árbol y tomándola directamente. Si esta frutaba sido cultivada de forma ecológica, respetando  los ciclos naturales y su entorno, y se ha recogido en su punto óptimo de maduración, obtenemos un alimento que proporciona su mejor aroma y sabor, y con todas sus propiedades nutritivas. La sensualidad que se experimenta al comer un alimento en estas condiciones nos lleva a disfrutar de cada uno de estos instantes.

Pero, además de comerlo tal cual, podemos transformar este mismo alimento de forma creativa utilizando técnicas sencillas y respetuosas como: el corte, el licuado, la maceración y la deshidratación. Gracias a ellas le daremos un aspecto, una textura y un sabor diferentes, al tiempo que conservamos un alto valor nutricional. De esta manera, podremos crear un sinfín de posibilidades en nuestra cocina e introducir una inmensa variedad de alternativas en nuestra dieta.

Utilizando otras técnicas como la germinación de semillas y la fermentación, no sólo aprovechamos la gran riqueza nutritiva de los alimentos, sino que potenciamos sus propiedades. Con la germinación, sobre todo en los primeros días, aumenta la cantidad de clorofila, enzimas y proteínas. Además, es la etapa de su desarrollo en que la planta alcanza su máxima fuerza vital, por lo que es el momento ideal para ingerirla como alimento. En la fermentación se produce una mayor síntesis de nutrientes, como las vitaminas y grandes cantidades de bacterias lácticas que nos ayudan a restablecer la flora intestinal.

La cocina Crudivegana o Raw (en inglés: Cruda) se basa principalmente en estos alimentos: frutas, verduras, frutas desecadas, frutos secos, semillas y granos germinados, algas, hongos, hierbas aromáticas y especias. La utilización de las técnicas mencionadas y de estos ingredientes en nuestros platos nos permite distinguir la pureza, el aroma y el color de cada una de ellos, al mismo tiempo que gozamos de todo el conjunto.

Los alimentos crudos han nutrido a la humanidad desde sus orígenes. Los argumentos a favor de ellos son convincentes y están apoyados por la gran cantidad de personas, incluso en los ámbitos de la nutrición y medicina, desde donde avalan sus magníficas propiedades y su incidencia directa en nuestra salud.

Estos alimentos aportan hidratos de carbono, proteínas y grasas. Los primeros son de fácil asimilación y nos proporcionan energía. Las proteínas vegetales no están desnaturalizadas por la acción del calor y son asimilables por nuestro cuerpo. Y la mayoría de las grasas no están oxidadas, por lo que son mucho más saludables. Tienen abundantes vitaminas, minerales, fibras, fitonutrientes y, sobre todo, enzimas. Estas últimas juegan un papel fundamental en el proceso digestivo por su función como catalizadores de todas las reacciones bioquímicas del metabolismo. Pero si se encuentran con temperaturas que superen los 40ºC se empiezan a destruir y no se pueden aprovechar sus magníficas aportaciones. De ahí la importancia de consumirlos crudos.

Otros componentes cuantitativamente significativos son: la fibra, que estimula el peristaltismo intestinal y, en consecuencia, previene el estreñimiento; y el agua, que es la mejor opción para ayudar a cubrir las necesidades diarias de líquidos. También nos aportan numerosas sustancias beneficiosas con efectos antioxidantes que nos ayudan a retrasar el envejecimiento.

Asimismo, hay que destacar el poder depurativo que tienen los alimentos crudos. Éstos limpian el organismo de toxinas y residuos almacenados que interfieren con el buen funcionamiento de las células y los órganos. La primera señal es que mejora el aspecto físico, por lo que es una vía para cuidar la belleza; la piel se vuelve más tersa y firme, las líneas de expresión se suavizan y los ojos adquieren la claridad y el brillo que tenían cuando éramos más jóvenes.

Por otro lado, los alimentos crudos ayudan a prevenir o aliviar los problemas de salud, ya que confieren una mayor resistencia al sistema inmunitario. Además, combinados con ejercicio físico equilibrado, ayudan a conseguir y mantener el peso natural de cada persona.

También colaboran con nosotros aportándonos una mayor energía física y mental, básica para estar más alerta y despiertos, pensar con mayor claridad y tener más ilusión por experimentar cosas nuevas. Por tanto, no es extraño que al poco tiempo de integrar más alimentos crudos en nuestra dieta, nos sintamos más ágiles, más alegres, de mejor humor, con más fuerza y más capacidad de concentración.

La cocina cruda no es sólo un alimento para el cuerpo, sino también para el alma. Nos regala momentos de bienestar y nos despierta auténtica pasión por la vida.

Fuente: Cocina Cruda Creativa, de M. Passola y E. VIladevall

1 comentario:

  1. Me parece exelente este blog!.. Felicitaciones! y espero personalmente kon ansias komenzar este estilo de vida.. Toda informacion nueva me acerka mas a ello. Gracias! Ademas sos Argentino!! ke buena onda! jeje

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